¡SONRISAS Y TRANCONES!

¡Otro trancón (ó atasco) más! ¡Que apretujón , tengan cuidado! ¡Esto no hay quien lo aguante! ¡Y encima con este calor tan tenaz! Las cuatro frases que acabas de leer se suelen escuchar y decir en las grandes ciudades de casi todos los países del mundo a primera hora de la mañana cuando las personas se dirigen a su trabajo bien en su propio carro o bien en transporte público.

Así ya nos hemos habituado a empezar el día con estas expresiones que suelen venir la mayoría de las veces acompañadas de malas caras. Y la verdad es que quejándonos no adelantamos nada y por el contrario nos predisponemos a empezar el día mal.

La verdad es que los ciudadanos no podemos hacer nada para evitar todo esto. ¿O si podemos hacer algo?. Creo que si. Yo al menos llevo cerca de 6 meses en la ciudad donde vivo, Bogotá, haciendo algo. He cambiado las quejas y las malas caras por sonrisas.

No penséis que estoy loco o me falta una tuerca. Lo que quiero compartir contigo amigo lector es la fórmula que he encontrado para cambiar el “chip” y cada vez que me veo en un gran atasco o molesto yendo en el transporte público, en vez de enfadarme lo disfruto.

Os cuento mi técnica. En algún post anterior he escrito sobre las Neuronas Espejo. Son aquellas neuronas que hacen que imitemos a las personas que tenemos cerca, a nuestro alrededor. Pues bien, cuando estoy conduciendo, cada vez que puedo le cedo el paso a cualquier carro, bus ó peatón que se cruza en mi camino. En vez de pitarles o ponerles una mala cara, les regalo una sonrisa. Y como por arte de magia la otra persona normalmente me devuelve también su mejor sonrisa. Así cada vez que alguien me sonríe por el efecto de las Neuronas Espejo, me apunto 1 punto. Así en los trancones voy coleccionando puntos (sonrisas) que voy apuntando en una hoja. Cuando llego a los 50 puntos, ese día abro una botella de vino en la cena para celebrarlo.

De esta manera consigo disfrutar de una manera consciente en los atascos de la ciudad o de las incomodidades del transporte público, consiguiendo que muchas personas me regalen la mejor de sus sonrisas.

Y no te pierdas lo mejor. Tengo más que comprobado que cediendo el paso a todos, al final tardo lo mismo en llegar a mi destino e incluso a veces llego antes que si condujera enfadado.

Y la cosa no para ahí. Ahora estoy coleccionando puntos (sonrisas) desde que me levanto hasta que me acuesto. Así intento despertar las neuronas espejo del conserje, de los vecinos, de mis compañeros de la oficina, con mis clientes, proveedores, amigos, familia, desconocidos…. Al final es cambiar el chip. Y si te apuntas a este sencillo juego de coleccionar sonrisas, no te olvides de ponerte un buen premio que te puedas regalar para disfrutarlo como se merece. A mi con el vino me funciona muy bien.

Fuerte abrazo a todos,

Pablo Claver

Emprendedor desde los 9 años y hoy por hoy se considera una persona FELIZ.

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