LA REVELACIÓN DE LOS “CUADROS TORCIDOS”

Recientemente asistí a un curso sobre liderazgo que se llamaba “Inside-out”, algo así como “de dentro hacía afuera”. La idea del curso es conocerse uno mejor para poder liderar mejor. Una de las primeras cosas que nos comentó el profesor, un chileno llamado Gonzalo Zubieta al que yo no conocía personalmente pero si sabía de su fama internacional (da clases en cuatro de las 10 mejores escuelas de negocios del mundo y sus calificaciones suelen ser de 5 sobre 5 y es evaluado como Fuera de Serie ) fue que a lo largo de los dos días que íbamos a compartir podría ser que algunas personas pudieran tener una revelación durante el curso.

A mí aquello de revelación me sonaba a algo bíblico, sobrenatural y sobre todo muy lejano a mí y al siglo XXI en el que vivimos. La definición que hizo de revelación el profesor Zubieta ya me dejo algo más tranquilo: “Revelación es cuando conectas el contenido con tu realidad”. Hay cursos o libros que a unas personas les conectan, les transforman y a otras que van al mismo curso o leen el mismo libro no le produce ningún efecto. Si algo de lo que te dicen o de lo que lees lo conectas con tu realidad, puede que en algunas ocasiones se convierta en una revelación para ti.

La revelación no es lo que te dicen o lo que lees, es lo que te dice tu SER respecto a eso. Y la revelación puede darse en el momento que lo escuchas o lo lees o producirse cuando menos te lo esperas pasadas unas horas o días. Se da cuando lo conectas. Cuando lo ves claro.

Pues no os lo vais a creer. Cuando estábamos a punto de terminar el curso después de 16 horas de formación en Liderazgo, cuando apenas quedaban 30 minutos para terminar, tuve una revelación. Se me encendió una lucecita interior que me hizo ver con claridad algo que Gonzalo Zubieta había dicho horas antes y que creo que fue tan revelador que va a cambiar mi vida de ahora en adelante.

El primer día de curso nos pidió que levantaran la mano aquellas personas a las cuales les molesta ver un cuadro torcido. Nos dijo que él tenía la fórmula perfecta para que los cuadros no quedaran torcidos. Más rápido que un rayo, como un resorte, levante mi mano derecha. Es algo que no puedo aguantar, el ver un cuadro torcido. Me tranquilizó ver que más de la mitad de la clase también levanto la mano. Así que pensé que no era una manía mía sino que es algo que le ocurre a muchas personas. Incluso cuando estoy en casa de amigos o familiares y veo un cuadro torcido, sin que nadie me vea, le doy un pequeño toquecito para ponerlo derecho. Estaba ansioso por saber la respuesta de Gonzalo. Nos iba a decir, cómo colocar los cuadros para que no quedaran torcidos. Quería escuchar su secreto, para empezar a aplicarlo. Basta con deciros que en mi casa tenemos colgados más de cuarenta cuadros.

cuadrotorcido2Y a continuación vas a leer la respuesta que nos dijo el profesor Zubieta: “No hacer nada”. Me quede atónito, con cara de sorpresa. Después de tanta expectación, la respuesta era tan simple como no hacer nada. Es decir, dejarlo torcido. La verdad que no lo entendía. Y para más incierto el conferencista prosiguió su clase, sin profundizar más como dejando que cada uno lo descubriera. Y Yo, dándole vueltas a su respuesta. Si no haces nada el cuadro seguirá torcido. Si o si. No hay otra.

Al día siguiente de curso y como os decía antes, faltando media hora para terminar el mismo tuve una revelación. Por fin entendí su consejo de no hacer nada ante un cuadro torcido y lo pude conectar a mi realidad.

¿Por qué nos empeñamos en poner derechas las cosas? ¿No somos capaces de admirar una obra de arte, aunque el cuadro este torcido?.

!Cuantas veces en mi día a día, con algunas personas cercanas a mi, bien de mi familia, de mi trabajo , de mis amigos, solo me fijo en lo que yo creo que son sus defectos, enjuiciándolas de antemano!. Parece como si llevara puestas unas gafas oscuras que solo me permiten ver lo que a mí no me gusta.

Con esta revelación, pude quitarme esas gafas oscuras y empezar a fijarme en la “obra de arte” que hay en ellas. En lo bueno. En lo positivo. En sus fortalezas. En su amor. En su gran corazón. De verdad que esto nos puede llegar a cambiar la vida. Concentrarnos en lo bueno de las personas, en verlas tal y como son y no prestar mucha atención en si el cuadro está torcido. Lo importante es lo de dentro.

Creo sin duda que a eso se refería Gonzalo Zubieta. No hagáis nada. Disfrutar del cuadro, sin importarnos si el marco está torcido. Así podemos llegar a descubrir a personas con las que ahora no tenemos ninguna empatía y así con esta fórmula mágica, no haciendo nada, empezar a disfrutarlas. Con la empatía, poniéndonos sus zapatos, podemos ver el tesoro que tiene cada persona. Como me ha pasado a mí con esta revelación, os animo a que si veis un cuadro torcido no hagáis nada, disfrutarlo. Centrarnos en las fortalezas de las personas y no en sus debilidades es un desafío que nos puede llegar a transformar, pero os aseguro que en este desafío el premio es que nos puede cambiar la vida haciéndonos más felices.

Pablo Claver

Emprendedor desde los 9 años y hoy por hoy una persona feliz

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.